En los diferentes viajes que he tenido la oportunidad de
realizar, he de decir que he sufrido algunos traspiés, literalmente. Al estar
en la colina del Partenón, a punto de tener ante mis ojos una de las maravillas
que soñé conocer desde niña, con el corazón lleno de emoción y los ojos
lacrimosos, no me fijé en dónde pisaba, y con el terreno tan resbaloso e
irregular se me fue un pie y me resbalé cayendo al suelo cuan larga soy (no
mucho, jejeje). Menuda entrada triunfal!!! A pesar de estar dolorida y del
ridículo que hice frente a cientos de turistas, me levanté con una sonrisa
porque estaba feliz de cumplir unos de mis sueños, y vaya si lo disfruté!!.
En
otra ocasión me caí en la cubierta del crucero cuando visitaba las islas
griegas, e iba “monísima” con vestido y tacones para la cena de bienvenida… Me
ayudaron a levantar una pareja de abuelitos alemanes, lo cual me pareció muy
divertido por lo curioso de la situación. E iba muy pizpireta entrando en la
discoteca del barco en el recorrido por el Nilo, no vi un escalón e hice un “superman” cayendo sobre la
alfombra delante de todo el mundo… De todas estas caídas he sacado dos
conclusiones: La primera es que le gusto al suelo y la segunda, que siempre me
levanto sonriente a pesar de las circunstancias (aunque a veces me cueste un poco).
La segunda es la que más me gusta... pero tras lo que comentas, no creo que sea el suelo al que le gustes mucho, no... son los barcos los que te atraen sobremanera XD
ResponderEliminarUn beso
Creo que tienes razón, aunque no he comentado otras caídas que no han sido navegando, pero es que si no el post se me alargaba mucho, jejeje.
EliminarYa ves, Lina. Como dice una de mis "sentencias", el mismo suelo que te hace caer es en el que te apoyas para levantarte.
ResponderEliminarPues sí, aunque creo que me "atrae" eso de darme topes contra el mundo, jajaja.
Eliminar¿Te dejarás caer a tomar un café por la calle mayor?
ResponderEliminarBss